Puede haber varias razones para que una oficina de arquitectura se llame b-Architecture y que proyecten una unidad de diseño residencial llamada b-House. Mi falta de curiosidad por estas cuestiones me evita preguntar y enterarme de los motivos reales tras los nombres que las personas ponen a sus hijos, a sus perros, a sus empresas. O tal vez se deba a mi interés por fabular o deducir o construir mis realidades con frecuencia porque la realidad es tanto más decepcionante.

Así, quiero pensar que b-Architecture —sé arquitectura— y b-House —sé casa— sugieren una invitación a convertirnos en aquello que nos alojará y en la técnica que lo hará posible como elemento edificado y real.

Ser casa y ser arquitectura tal vez sean las metáforas que expliquen la comunión necesaria y exigible a quien quiera participar de manera activa en la concepción y en el diseño de su propio hogar. Aquellos que en algún momento de nuestras vidas nos hemos entregado al proceso de pensar un lugar sabemos que no hay escapatoria cuando la ambición es grande y la aspiración alta. Sé casa, amigo mío.