Cristian Zuzunaga
Nacido en Barcelona, de padre peruano y madre catalana, Cristian Zuzunaga hace años que vive en Londres, es un enamorado de Nueva York y tiene mucho a agradecer a Shangai. Artista gráfico, diseñador industrial y textil, y con formación en los prestigiosos London College of Communciation y Royal College of Arts, Zuzunaga huye de encasillamientos y cree que la experimentación ensayo-error es la mejor vía para crecer como artista y como persona.
Sus primeros trabajos giran alrededor del mundo del píxel y de la arquitectura de la supermodernidad, con colaboraciones destacadas con Kvadrat, Christophe Delcourt, Ligne Roset, Nani Marquina o la Tate Gallery. En 2010 inauguró su propio estudio.
M. —El origen...
C. —Todo sale de una obsesión por el detalle, el color y la textura, y al trabajar con máquinas de impresión en un proceso totalmente manual... Normalmente el error se descarta, pero yo no lo hice y esto me llevó a fijarme en la pixelació y en la suciedad de la imagen. La fotografía fue el primer paso y de aquí pasé a la serigrafía. Después empecé a trabajar el textil en aplicaciones industriales...
M. —De la tipografía al píxel…
C. —Empecé a elevar el espacio negativo de la tipografía para hacerlo imprimible, y esto me llevó a la arquitectura, al tema del peso, de la tridimensionalidad, y finalmente al de las ciudades y a sus elementos. Del modernismo, muy estructural, pasé al postmodernismo, a deconstruirlo todo, para llegar después al supermodernismo aplicando las nuevas tecnologías y nuevos materiales, con formas más orgánicas con luz y transparencias. En este punto marché a Shangai y me sorprendió mucho ver una ciudad que se ha reinventado combinando elementos de Las Vegas, Nueva York y Londres pero manteniendo su estructura. Este viaje fue un shock y el momento a partir del cual empecé a ver el mundo en píxeles.
M. —Y volviste a Londres...
C. —Costó mucho que entendieran mi propuesta. Había cierto miedo al color... y precisamente con el píxel estableces un diálogo, porque cada día ves una zona, te reflejas y te hace descubrir cosas de ti mismo.
M. —¿El mercado etiqueta y merma la creatividad?
C. —Y tanto. En Londres me preguntaban "¿Pero tú que haces, fotografía, diseño, ilustración...?" No entiendo esta forma de etiquetar... Todavía hay instancias que te frenan, pero en el fondo va muy bien este cuestionamiento. Al principio solo encontraba negativas, fue muy duro... Hasta entonces había sido inevitable producir con terceros, pero ahora ya tengo mi propio estudio, que como creativo me permite ser parte de todo el proceso y no tener que negociarlo todo.
Costó mucho que entendieran mi propuesta. Había cierto miedo al color y precisamente con el píxel estableces un diálogo, porque cada día ves una zona, te reflejas y te hace descubrir cosas de ti mismo
M. —¿Hacia dónde va tu apuesta?
C. —El color y la calidad es la base del proyecto que se materializará en una colección de complementos, para el hogar, personales... Todo el que ayude a definir una identidad, una uniqueness. Productos únicos o con pequeñas modificaciones que se podrán unir dando lugar a combinaciones muy ricas. Empezaremos por aquí y en un futuro haremos muebles, trabajaremos con vidrio, y aplicaremos las técnicas extraordinarias que he visto recientemente en el Marruecos donde combinan lo clásico con lo moderno de una forma magistral. Desde un punto de vista artístico, lo que más me interesa es la evolución. El tema de los píxeles a nivel de empresa lo veo muy rentable y posible, pero a nivel creativo me limita. Básicamente mi apuesta se dirige hacia un diseño menos frío y más orgánico, en el que puedas vivir y sea duradero, encontrando un punto medio entre el arte y el diseño sin comprometer la calidad.
M. —¿Cómo es tu proceso creativo?
C. —Vivimos en un mundo muy tecnológico, pero al final para cortar papel necesitas unas tijeras. En mi proceso paso del digital al real y del real al digital, estableciendo un vínculo entre técnicas antiguas y técnicas nuevas. Pienso que todo está inventado y de lo que se trata es de hacer asociaciones y reinventarlo bien.
M. —¿Te preocupan los procesos de producción?
C. —Mucho. Prefiero evitar producir fuera de Europa y trabajar con empresas comprometidas con las personas y con el entorno con las cuales quizás tardamos más pero haremos las cosas mejor.
M. —¿Como ves Barcelona?
C. —Creo que se han hecho bien las cosas, pero pienso que iniciativas como vuestra ya era hora que surgieran. Dan otro tipo de valor a la ciudad, una ciudad que se ha masificado mucho y que ha quemado un poco su imagen. Pienso que tenemos que aprender de ciudades como Londres, que respetan mucho más su patrimonio, además de acoger y ayudar mucho más a los emprendedores.
M. —Háblame de la identidad cromática de las ciudades. ¿Qué color tiene Barcelona para ti?
C. —Un marrón-tierra con un punto azul y un poco de verde. Yo he crecido en La Floresta y para mí es como un pulmón para la ciudad. Y Shangai, Londres y Nueva York? Shangai rojo, negro y blanco. Es una ciudad enorme, como Londres de extensión y altísima como Nueva York. La parte antigua es un viaje a principios del siglo XX y la parte nueva es Blade Runner multiplicado por diez. Londres es más gris, amarillo y negro pero sin estridencias, donde cada edificio tiene una identidad diferente... Y Nueva York, por la altura, tiene grises oscuros y los puntos de color los tiene en la zona baja.
Cuestionario rápido:
Un antes y un después en tu carrera: Cuando al 2004 descubrí el letterpress, la impresión tipográfica... También lo graduarme a Royal College...
Un movimiento: El modernismo.
Un libro: Derrida. Jung, Psicología y alquimia. Y Ching. Herman Hesse, casi todo. Italo Calvino, Las ciudades invisibles.
Una película: Blade Runner.
Música: Me gusta un poco de todo... Depende del momento.
Antihéroes: El famoseo por el famoseo. La incongruencia.
El encargo de tus sueños: ¡Buf! Trabajar con un buen arquitecto y hacer todo el interiorismo combinando mosaico con telas... Alguna obra pública también...
El proyecto más estimado: Trabajar con mis amigos. Crear un entorno que va más allá del trabajo y ver que se ha materializado un proyecto que solo no habrías podido hacer.