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Dwell

At Home in the Modern World. Sólo en su enunciado ya hay tres palabras con las que nos identificamos plenamente. Era cuestión de tiempo que habláramos de esta publicación de referencia.

Dwell

Dwell no es como las demás revistas de decoración. Dwell nació con la clara intención de ruptura, de cambio, de «nunca mais» a las fotos de casas impecables, de catálogo, de casas donde no se vive. Nació con la intención de mostrar los interiores y la decoración de casas donde viven personas, donde hay migas en el mármol de la cocina y revistas medio abiertas en el baño.

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Así que cuando fundaron la revista, lo hicieron con premeditación y alevosía, es decir, con un manifiesto bajo el brazo: el manifiesto del bol de fruta, pues ese bol de manzanas verdes estupendas que sale en todas las fotos de todas las demás revistas de decoración representa todo aquello de lo que quieren huir. ¿A que mola?

En Dwell es posible visitar la casa de un arquitecto o de una diseñadora de muebles, una casa llena de objetos preciosos y bien diseñados, y que, además, te parezcan personas de lo más normal. Porque el buen diseño es parte integral de la vida cotidiana, y ésta, por sistema, ha sido desterrada de las publicaciones sobre diseño y arquitectura.

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Hasta que llegó Dwell, claro está. Tal y como apuntó Karrie Jacobs en el primer número de la revista, publicado en octubre del 2000, «si en alguna de nuestras fotos ves un bol de fruta, eso es porque las personas que viven en esa casa, comen fruta.»

Dwell

Ha llovido 106 números desde entonces, en los que hay información sobre productos, personas, ideas, lugares, acontecimientos varios. Si eres MONAPARTER, todo esto te resultará familiar. Desde ese primer número Dwell ha sido fiel a ese credo, y por eso tiene toneladas de seguidores, con una web completísima que es todo un referente, 25.188 seguidores en Facebook, 198.435 en Twitter y 1.149 en YouTube… Todos ellos Monaparters, aunque aún no lo sepan. Y todos nosotros Dwellistas, aunque te acabes de enterar.

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