Birds Birds Birds · Ingo Maurer (1992)
Ingo Maurer ha reinventado la manera de mirar la luz. ¿Por qué? Pues porque hasta ahora nadie había asociado la bombilla incandescente a la felicidad (bueno, quizás Edison sí). Sus lámparas, más que iluminar, cuentan historias (no en vano estudió tipografía…).
Cuenta la leyenda que una tarde de resaca vio la luz (¡oh iluminación!) en una pensión de Venecia. Veía doble, y tumbado en la cama, mirando el techo, se quedó prendado de la bombilla desnuda. Le pareció lo más hermoso del mundo: «una caja de cristal para un destello de luz». Su primera lámpara, Bulb, creada en 1966 era precisamente eso, una bombilla gigante en homenaje a Edison.
Luego, llegó la Lucellino, añadiendo alas de ganso a la bombilla. Pura poesía que en seguida le abrió las puertas del MOMA de Nueva York, y las del Victorian & Albert Museum de Londres, el Dansk Design Centre de Copenhague, el Centro Georges Pompidou de París o el Suntory de Osaka, entre otros templos del diseño contemporáneo.
Birds Birds Birds, o su versión reducida, Birdie, bien podría ser un poema de Brossa, un juego de niños que casa a la perfección la más alta tecnología con la artesanía en un proceso creativo e innovador constante. Y cuando decimos creativo y constante, nos referimos a que ya en casa, la puedes cambiar y customizar a gusto, pues el cableado de alambre puede ser torcido, doblado o estirado hasta que tenga la forma que más te plazca.
Y en esta ocasión se trata de alas de ganso, pero Maurer es pionero en la descontextualización de objetos, pues en sus diseños ha utilizado desde botellas de Campari hasta cucharas, latas de sopa, platos rotos, papeles de arroz…
En los últimos años encabeza la revolución LED (Light Electric Diode), una fuente de luz más limpia y sostenible (pero todavía muy cara para el consumo general) con la que fabrica papeles con luz, muebles con luz, y todo lo que te puedas imaginar. Seguro que Ingo Maurer ya lo ha probado. «La mayoría de los diseñadores de lámparas sigue produciendo el mismo tipo de objeto a pesar de que las fuentes de energía cambian». Vaya, y cuánta razón, ¿no?
