Monapart no sólo vende pisos, sino historias y emociones
EL CONFIDENCIAL | 08.05.2014 | ELENA SANZ
"Una vivienda no son sólo cuatro paredes y un techo. Representa muchísimas cosas más. Las casas hablan de las personas que las habitan. Reflejan sus personalidades y, a veces incluso, llegan a asumir un rol fundamental en la historia de sus inquilinos".
Así es como entiende la compraventa de viviendas el arquitecto José Luis Echeverría, que hace ya cuatro años fundó junto a la editora Olga Sala y el periodista Eduard Solé la agencia inmobiliaria Monapart. No ve las viviendas ni a sus propietarios como un número ni como una transacción más, sino que va más allá de las agencias tradicionales.
Una filosofía que trasciende las palabras de sus fundadores y que guía el día a día de su compañía, lo que les está permitiendo diferenciarse del sector. No venden o alquilan simplemente casas. Venden emociones. Las historias de quienes vivieron en ellas: noches de fiesta, de pasión y desvelo...
Un componente emocional muy presente en el espíritu y el trabajo de estos emprendedores y que queda totalmente de manifiesto al realizar un pequeño viaje por su página web. Los anuncios de los inmuebles no son anuncios al uso.
"Me lo está enseñando y su voz empuja un 'pero' cuando nos acercamos a la ventana para apreciarlas. Visto lo visto, me gustan las vistas, pero salta a la vista que a ella le disgustan (tenía que hacerlo). Los pilares de hormigón con las armaduras expuestas le son un problema y no se pregunta qué hay detrás de los paños de pavés que se repiten a lo largo de la fachada interior... Me dice que es muy silencioso pero que, habiendo una escuela y siendo lo que vemos el patio de esta, hay dos franjas de treinta minutos de ruido de niños jugando. Sus problemas no son los míos y sus 'peros' mis 'además', pero la realidad es que no importa nada, porque ella se lo vende y yo no estoy aquí para comprarlo. Una pena".
Así reza la 'emoción' de uno de estos anuncios. La 'razón', por el contrario, nos expone con mayor frialdad cómo es la vivienda que estamos a punto de conocer: 61 metros cuadrados, 198.000 euros, un dormitorio, un baño... Sala de estar, cocina-comedor y un espacio que admite diferentes usos (comedor, despacho, dormitorio...).
La emoción emana por todos y cada uno de los poros de este proyecto. Incluso a través de las palabras de quienes han decidido vender su casa. "No es difícil adivinar, alguna lágrima nos da la pista, que van a echar de menos vivir aquí. Pero la familia crece, los niños crecen, las personas van y vienen y las casas se quedan. Por suerte los recuerdos viajan con nosotros. Y me da a mí que la fiesta de despedida que se monten en la terraza también será difícil de olvidar". Con total franqueza y sensibilidad habla en este vídeo una pareja del que ha sido su hogar durante más de diez años.
Precisamente por ser especiales, no todas las viviendas tienen cabida en Monapart. "Básicamente me tienen que gustar a mí. Tienen que ser casas auténticas, especiales, alucinantes. De una manera u otra. Es lo que nos diferencia de las agencias convencionales. De hecho, a muchos vendedores les decimos que no somos el proveedor adecuado para vender su vivienda", explica a El Confidencial José Luis Echeverría, quien critica que este trabajo "se ha transaccionalizado en exceso. Parece que sólo importa vender. Y la decisión de vender la casa en la que has vivido tantas experiencias y llena de recuerdos es una decisión vital que requiere sosiego".
Pero ¿qué entiende Monapart por especial? "Estamos hablando de gusto, no de lujo. Por ejemplo, hemos vendido una casa de 90.000 euros y otra de un millón", aclara.
Viviendas especiales para clientes especiales
"La de 90.000 euros era un espacio único. Un ático de apenas 35 metros cuadrados en la Barceloneta. Nada de lujo. Muy sencillo. Con una orientación y unas vistas perfectas. El apartamento anticipaba una experiencia vital muy gratificante y reunía todos los alicientes para tener una vida feliz. Ese mismo espacio en una planta baja no hubiera sido en absoluto especial y no lo habríamos vendido", insiste Echeverría.
También sus clientes o sus potenciales clientes son especiales. "Nuestros pisos son más bonitos que la media y también nuestros clientes más vanidosos. Pero no es un particular especialmente adinerado, sino de clase media, media-alta que normalmente procede de profesiones creativas, del mundo del diseño o la moda, de la publicidad… Personas en cuyo estilo de vida e intereses encajan con el tipo de viviendas que vendemos".
Con esta filosofía han provocado un vuelco en el modelo tradicional de venta de inmuebles contra el que se revelan continuamente, en cada comentario, en cada palabra. "¿Y si revolucionamos el mercado inmobiliario como Arzak, Adrià & cia. revolucionaron la cocina? ¿Y si convertimos este oficio en arte y ciencia?", se pregunta Echeverría en su cuenta de Twitter.
"En 2013, en Cataluña se vendieron 35.000 viviendas. Hay 10.000 agentes de la propiedad inmobiliaria (API), lo que se traduce en 3,5 viviendas vendidas por cada API al año, lo que pone de manifiesto que estamos ante un sector muy ineficiente. No tiene sentido que haya tanta gente compitiendo por vender un piso", lamenta Echeverría.
Esta manera de entender el negocio inmobiliario les ha permitido vender alguna vivienda en 24 horas. "No es lo normal, pero se puede. Si el inmueble está en precio, en 30 días podemos cerrar una operación", aclara. "Y eso no es fácil porque en ocasiones el propietario no te escucha y se convierte en tu peor enemigo. No entiende que la venta de su piso es un trabajo en equipo", apunta Echeverría, que se rebela contra quienes están dispuestos a a trabajar con clientes que también quieren vender su casa por su cuenta.
"Es una línea roja que ningún agente debería cruzar. En ningún otro sector el cliente chulea tanto. Esto sucede, en gran medida, porque contratar a una agencia no tiene coste para el propietario. Si fuera un sector tarifado, si se cobrase al cliente tanto si se vende la vivienda como si no, muchos se tomarían la venta más en serio y no nos harían perder el tiempo. Todo el riesgo lo asume el agente inmobiliario. El cliente, sin embargo, se puede permitir especular. Y confiar en tener un golpe de suerte".
Monapart ha cumplido cuatro años. Nació en plena crisis inmobiliaria. Como tantos otros emprendedores, este triunvirato pensó que una coyuntura tan desfavorable como la que tenían ante sus ojos podía ser su gran oportunidad para dar un vuelco al sector. Abrieron oficina en Barcelona. Posteriormente, llegaron las franquicias de Alicante y Palma de Mallorca, y este año nacerán otras tres más, una de ellas en Madrid.
"No provenir de este sector suponía un hándicap muy importante. En estos cuatro años ha habido un enorme aprendizaje de por medio. Hemos hecho las cosas bien, aunque también nos hemos equivocado. El objetivo es operar en un nuevo paradigma y es en eso, precisamente, en lo que estamos trabajando. Pensamos que nos estamos desmarcando de los demás, pero somos conscientes de que nos queda mucho por aprender", concluye.