La casa del futuro para el consumidor de ahora
En una entrevista reciente a Josep Jorge, director de Fomenti, consultora en innovación en el sector inmobiliario (EjePrime, 5 de diciembre de 2019), éste afirma: "No es cuestión de tener más tecnología en la vivienda, sino de acercar la vivienda al usuario. (...) Las promotoras cada vez ponen más tecnología en las viviendas, pero los usuarios quieren hacer un uso más humano de esta tecnología."
En el primer Speakeasy que organizó Monapart en abril de 2017, titulado "Vieja Obra Nueva", se hizo evidente que por lo general, las promotoras de obra nueva residencial conocen poco o nada al usuario para el que construyen, siguen ancladas en un enfoque a producto y sus decisiones se basan en criterios de estricta rentabilidad. Muchas no se plantean o no tienen el hábito ni las herramientas para conocer mejor a su cliente y ofrecerle un producto acorde. Y para rizar el rizo, si quisieran hacerlo, deberían entender que la segmentación tradicional por sexo, edad, poder adquisitivo, nivel cultural y zona hoy en día se queda corta. El nuevo consumidor es híbrido y la toma de decisión depende del momento de consumo en el que se encuentre (gracias Borja Martín), lo que es mucho más sofisticado y requiere de otro tipo de herramientas de inteligencia actitudinal. El marketing mix ya no tiene 4 pes sino 5: la de personas.
En este reciente artículo Are We Listening? (Roca Gallery, 2 de diciembre de 2019), Angus Bruce, director de Hassell, estudio de arquitectura del paisaje, deja claro cómo la reflexión sobre el diseño de la vivienda y la ciudad del futuro no debe limitarse a la arquitectura strictu sensu sino realizarse desde una mirada transversal y holística que englobe diseño, medio ambiente, arte, movilidad, etc. ¿Por qué? Porque la frontera entre lo privado y lo público es cada vez más difusa y la vivienda ya no es sólo lo que hay tras cruzar el umbral sino también el kiosco de la esquina, el olor a pan recién hecho de la panadería de abajo, el ruido del bus que pasa por delante, el ciclo de cine en la filmoteca, la maratón de no-sé-qué, etc. Mi rutina dentro de casa y lo que ocurre fuera de ella forman un todo indisociable de mi experiencia doméstica y si alguien hoy está decidiendo sobre si construir pisos grandes o pequeños, dar más licencias turísticas o limitarlas, invertir en una red de transporte público que comunique cada extremo de la ciudad, crear zonas verdes o ofrecer una agenda de actividades dinámica y de calidad, etc. todo ello afectará directamente a diseñar una vivienda / ciudad del futuro que responda a las necesidades / felicidad de quienes la habitan. Pero, repito, antes hay que preguntar.
Y eso es precisamente lo que Angus Bruce preguntó a los urbanitas del futuro, o sea, los niños de ahora, y (a toro pasado resulta obvio) la "jugabilidad" emergió como un factor importante a tener en cuenta a la hora de reflexionar sobre los espacios urbanos: "La jugabilidad aporta vida a los espacios de nuestra ciudad y alienta a las personas a quedarse, explorar y, lo más importante, sonreír. El juego trae alegría, ayuda a las personas a sentirse conectadas, incluidas y estimuladas por las ciudades en las que viven." Y me pregunto... ¿Esta jugabilidad nos la puede aportar la tecnología? Así que volvemos al punto de partida.
Busco promociones de obra nueva en Google y me encuentro con numerosas promotoras que hablan de "acabados de lujo y tecnología vanguardista", "viviendas inteligentes", "edificios inteligentes", "viviendas con tecnología de última generación"... technology is the new black. Sin embargo, cuando me zambullo en Pinterest o en Instagram, donde está el mercado opinando 24/7, todas las imágenes domésticas apuntan a posiciones retro y muy conservadoras. Haz tú mismo la prueba y verás que en estas plataformas la vivienda está llena de palmeras en tiestos de barro sobre paredes blancas y suelos de parquet en espiga, alfombras marroquís, suelos hidráulicos, kilims, tapices, ¡y macramé señores! ¿Entonces? ¿Por qué este gap entre la vivienda smart que se nos ofrece y lo que nos gusta? Quizás el gap está en definir exactamente los beneficios que reporta esta tecnología al consumidor de ahora y no al de aquí unos años y en este caso, sería más idóneo hablar de smart living y no tanto de smart homes. Sea como sea, el gap no es sólo problema del sector inmobiliario, pues todos los sectores se ven afectados por una demanda que siempre va por delante en un entorno donde el cambio, es la constante.
La rutina dentro de casa y lo que ocurre fuera de ella forman un todo indisociable de nuestra experiencia doméstica
Veamos... la mayoría tenemos un asistente personal en el bolsillo bostezando todo el día (Hola Siri...) o acumulando polvo en el salón (Alexa, Cortana, Google Assistant...) y al que, muy de vez en cuando, despertamos del letargo para pedirle que nos ponga tal o cual canción. ¡Con todo lo que podríamos pedirle! Y a pesar de que las ventas de estos altavoces inteligentes son uno de los sectores de más rápido crecimiento dentro del mundo tecnológico, con unas ventas que crecieron un 96% en el segundo trimestre de este año (30,2 millones de unidades según Strategy Analytics) y que Alexa de Amazon superó los 100 millones de unidades vendidas en todo el mundo las pasadas Navidades (El Economista, 7 enero 2019), todo apunta a que sí, en un futuro no muy lejano estos asistentes activados por voz van a reformular nuestros hábitos de compra online peeeero, a día de hoy, menos del 20% los utilizan para comprar productos sino para escuchar música o podcasts, conocer las últimas noticias, el tiempo o el estado del tráfico. Lo dicho...
Y para terminar. Si en el año 2060 la población en la Unión Europea por encima de los 65 años rondará el 40% del total (¡2 de cada 5 personas!), sólo en términos presupuestarios, el gasto en asistencia sanitaria pasará del 6,9% al 8,3% del PIB y en muchos países el pago de las pensiones superará el 50% del total del gasto público... La casa del futuro para el consumidor de ahora define en el fondo un reto social y económico enorme. Ya veremos qué papel jugará la tecnología en él.