La Casa del Pi cambia de manos
Cuando decidimos vender nuestro piso de «La Casa del Pi», en Vallcarca, tuvimos claro que lo pondríamos en manos de Monapart. Vivienda bonita = Monapart; sin duda alguna. Porque sí, nuestra vivienda era y es bonita; y su luz y sus vistas a toda Barcelona, excepcionales. Luz y vistas que enamoraron a quienes la visitaron y, en especial, a la pareja que la compró.
Vender con Monapart fue tan fácil... Recibimos toda la información necesaria, nos asesoraron y guiaron en todo momento. Nos sentimos muy acompañados.
La asesora inmobiliaria, Montse Pla, se ocupó de todas las visitas, que fueron muchas —es lo que tiene una vivienda bonita...—, y en todas lo hizo con la misma profesionalidad, amabilidad y simpatía que el primer día. Sí, con Montse conectamos a la primera. Creo que debe ser imposible no hacerlo.
El día de la firma imperó la sonrisa: tanto ellos, los compradores, como nosotros, los vendedores, iniciábamos una nueva etapa en un nuevo espacio; y ambos lo hacíamos con un pequeño olivo —regalo de Monapart—. El de ellos crecerá al sol de Vallcarca; el nuestro, al sol del Maresme.
Aquel día nos acompañó Eduard porque Montse, pocos días antes, había recibido la visita de una cigüeña con un magnífico regalo: la pequeña Rita, quien también, a su manera, compartió nuestra aventura Monapart.
[Texto fabuloso escrito por Montse Alberte, la feliz vendedora, ya por siempre, una de nuestras monaparters favoritas ;D]