El relevo de Estrella
Dejar el piso era dejar una historia, su historia. Parecía que aquel piso había sido hecho para ellos y no podían imaginar a nadie más ocupando aquellos espacios protagonistas de tantas experiencias privadas, íntimas… allí había comenzado todo, allí había arrancado la vida profesional de cada uno, y allí habían formado la familia. Sin embargo el espacio no era suficiente para los cuatro, así que decidieron poner la casa a la venta en Monapart Girona decidimos a que vivir la segunda etapa en una casa que habían encontrado en un pueblo vecino.
Estrella, en cambio, ya había pasado la primera etapa. De hecho, ya hacía años que su hijo vivía lejos de casa. Ella venía de la otra parte del barrio y quería seguir paseando por las mismas calles, comprar en las mismas tiendas y encontrarse con las amigas de siempre sin tener que coger un bus. Así que vio el piso y lo tuvo claro.
Era bonito pensar que, en la habitación donde la pequeña Ona había crecido durante dos años, Estrella tendría el sofá cama para cuando su hijo la viniera a visitar. En el rincón donde dormían a Linus cuando era un bebé, ella montaría una pequeña biblioteca. Y en el espacio de estudio donde tantas horas habían trabajado –porque los inicios siempre son duros– ahora ella tendría la máquina de coser. Por fin las plantas tendrían el protagonismo que la pareja tanto había deseado pero no había conseguido: la formación de una familia no deja tiempo para cuidar de otros seres vivos… Ahora sí que habría alguien con el tiempo y el afecto suficientes para conseguir que aquella terraza luciera tan verde como la luz del norte se lo permitiera.
Ellos pensaron que no habrían podido encontrar a nadie mejor que Estrella para continuar la historia del piso. Aunque parezca curioso, era necesario saber que su hogar había pasado a buenas manos, para que cada vez que les viniera un recuerdo de sus vidas en aquel piso, lo vivieran con la imagen agradable de Estrella abriéndoles la puerta.