Hacer las maletas para no salir de casa
No seas cruel. Mírala bien, ¿no ves que ya se cansó de dar vueltas de un lado para otro? Lo sabemos, ha sido tu compañera de aventuras inseparable y le tienes mucho cariño, pero oye, tenemos buenas noticias: ¡No tienes por qué deshacerte de ella! Con estas sencillísimas ideas, tiene una vida muy larga por delante.
Vayamos al pasillo… Si añades cuatro patas altas a tu vieja maleta, voilà! Tienes una consola perfecta donde apoyar un espejo o un vacía-bolsillos.
Y si te faltan las patas, pero te sobran las maletas, puedes apelotonar una encima de la otra, y tendrás un monumento al viajero en esa esquina que no sabías cómo llenar.
Si pensamos en el dormitorio... Una vieja maleta a los pies de la cama te hará las funciones de galán (mira este tutorial), y a los lados de la cama, son perfectas mesitas de noche, desde donde podrán susurrarte al oído las peripecias por las que pasaron, hace taaaanto tiempo.
Y mira qué cajoneras increíbles hace el artista James Plumb, aptas tanto para el dormitorio como para el salón. La artista Gail Rieke ¡se atrevió incluso a hacer una estantería completa!
Si la maleta es pequeña, llévala al baño, pégale un espejo y cuélgala de la pared para un armarito sorprendente.
Pero para aplicaciones sorprendentes… Si a la vieja maleta le añades patas cortitas y un viejo cojín, ya tienes todo lo necesario para hacer una camita como ésta para el más peludo de la casa (el de cuatro patas, se entiende).
O bien, puedes añadirle un cristal y unas ruedas para convertirla en un mueble bar como éste.
En el salón podrás lucirlas como pequeñas butacas, taburetes, reposa pies… o sencillas mesitas organizadoras que puedes usar como costureros, escritorios o guarda todo.
En fin, que después de leer este post, “hacer las maletas” tiene otros muchos significados para ti, ¿verdad?