En familia con Gabriela Wiener
CAOS MAGAZINE | 04.08.2011
Hace un tiempo se publicaba en la revista Marie Claire un reportaje sobre la lactancia materna que inauguraba un repentino interés sobre el tema en los medios de comunicación, algunos con un enfoque más afortunado que otros. La autora de este reportaje franco y directo fue Gabriela Wiener, que hoy nos presenta a su familia.
Llegó a Barcelona desde su Perú natal en el año 2003 y aquí tuvo, junto a su marido Jaime Rodríguez Z., también escritor, a su hija Lena. En 2008 publicaba Sexografías, y en 2009 Nueve Lunas. Considerada una periodista gonzo, término que describe a aquel cronista que es a la vez protagonista de su crónica y que hizo famoso Hunter S. Thompson, sus novelas tienen ese estilo directo y crudo que caracteriza este género periodístico.
En su caso los temas de las novelas han sido el sexo y el embarazo respectivamente. En Nueve Lunas, Gabriela está en un hospital, recuperándose de una intervención quirúrgica, cuando se entera de que a su padre le han detectado un cáncer de colon, que una de sus amigas acaba de suicidarse y que la revista para la que trabaja ha cerrado definitivamente. Abatida y sumida en la incertidumbre, el futuro se le presentará en forma de dos inoportunas líneas rojas en el Predictor, reveladoras de que esa náusea vital que la embarga es en realidad un embarazo inesperado. Esos nueve meses de espera le servirán para disertar sobre la necesidad neurótica de perpetuar la especie mientras imagina partos sin anestesia y tiene delirios biotecnológicos.
Se podría añadir un epílogo a este libro y se llamaría Lena. Vivaracha y feliz, su madre dice de ella «La amo. Y ella me ama. Amo que sea un amor correspondido con precisión. Hay pocos en la vida. Amo volver del mundo y que ella esté ahí donde la dejé, esperándome, seduciéndome, sorprendiéndome, manipulándome, me gusta ser su muñeca gigante y su heroína. Que me huela y me siga como un perrito, que se meta en mi cama y que imite mi horrible forma de verter, segura de que soy el colmo de lo cool. Amo hacerla feliz y que no sea un amor fácil, sino extremo, contradictorio, como todos los amores de mi vida que valen la pena y que me hacen vivir y escribir. Amo ser madre porque aunque las resacas se sufran más físicamente, desde que ella existe ya no he vuelto a sentirme ni demasiado estúpida, ni demasiado inútil, ni demasiado triste. Mi hija es brillante, hermosa y feliz.»
En cuanto a su obra, «Tendré que ser coherente y dejarme sorprender por mi hija, como yo he sorprendido a mi madre. Sospecho que mi hija será tan inteligente como mi mamá en este tipo de cosas. Me gustaría que me preguntara para cuándo la segunda parte y que me hiciera comentarios sesudos, críticos y humorísticos sobre mi estilo literario. Ah, y que por supuesto, no le preocupe si la dejo bien o mal.»
Dice que la realidad en su embarazo «era objetivamente dura pero no era todo culpa de los cambios hormonales, más bien tenía que ver con cosas que me estaban pasando: el desempleo, la soledad, la enfermedad de mi padre, las pérdidas. Un embarazo dura nueve meses, nueve largos meses en los que uno pasa por diferentes estados de ánimo, también por el rechazo y por el miedo. Por eso en mi libro hay imágenes tiernas pero también muy oscuras e incluso gores; se habla mucho de la vida pero también de la muerte, del sexo durante el embarazo, pero también del porno con embarazadas, del deseo de ser madre y del odio a las madres, del parricidio y el horror de los hospitales.»
... ¿Un típico domingo por la mañana? Estar en pijama, comer un desayuno guarro, ver películas con Lena.
... ¿Lugar preferido para pasear? Nuestro barrio, el Raval.
... ¿Lectura favorita? Donde viven los monstruos.
… ¿Música favorita? La flor de la canela, de Chabuca Granda.
... ¿Restaurante preferido? El Carmelitas.
... ¿El mejor consejo que os han dado sobre niños? Que la cuna no me iba a servir para nada.
... ¿Momento que recordáis especialmente? Hay tantos. Hace poco, el día que leyó su primera palabra.
Fotos :: ©Antonella Delussu