Desnudando la fotografía: Entrevista a Tanit Plana
Tener la mirada de Tanit Plana, para entender su obra, implica reinvención, una búsqueda constante para captar el mundo que nos rodea, y una gran capacidad para fotografiar lo que realmente es invisible a los ojos. Su cámara no descansa, siempre a caballo entre su obra más reflexiva y el amor por la arquitectura y los espacios (con two bricks), pero ha encontrado un instante para compartir con nosotros sus inquietudes y motivaciones en esta entrevista.
Háblanos de ti y de tu trabajo. ¿Dónde nació tu vocación? ¿Algún primer recuerdo?
Tengo 45 años, soy madre de dos hijos y una hija, de dos padres diferentes. Soy contradictoria, indecisa y rotunda. Estoy en proceso. Soy fotógrafa. Me gusta mirar, me gusta nadar, me gusta comer. Me gusta el amor. Vivo en Barcelona. El espacio, la arquitectura entendida en un sentido amplio, suele atravesarme y conmoverme profundamente. Mi vocación de fotógrafa nació sintiendo el olor de los químicos de revelado que usaba mi padre.
¿Qué es lo que más te satisface de tu trabajo? ¿Alguno del que te sientas especialmente orgullosa?
Vivo la fotografía como una posibilidad de relacionarme con el mundo y con las otras personas. Una forma de aprendizaje. Eso es lo que tiene sentido para mí, el encuentro con los otros, el establecimiento de vínculos y afectos, el encuentro de los cuerpos y las arquitecturas, no tanto con la finalidad única de crear una imagen, sino con el deseo de transformarse a través del tiempo compartido. El proyecto PUBER, que se puede ver en La Virreina hasta finales de febrero de 2021, es la máxima expresión de esta manera de vivir la fotografía como espacio de encuentro y transformación. El proyecto son 75 retratos de jóvenes, un graffiti, una compilación de Tiktoks, una geografía sonora en forma de playlist de Spotify y tres podcasts.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración? ¿Alguna música en especial mientras trabajas?
La puerta de entrada a cualquier proyecto suele ser algo que me pasa en la intimidad, puede tener relación con la idea del amor como con las estructuras de internet. Muy a menudo el punto de partida tiene que ver con la sensación de no estar comprendiendo del todo lo que siento o vivo. A partir de ahí, lo que hago es una investigación artística y recolección de otras miradas y lecturas sobre el tema en que me centro. Y, sin prisa, van tomando cuerpo y forma propuestas más concretas y estructuradas a través de series fotográficas. Música, piano. Fuentes de inspiración, procuro no cerrarme a nada e ir, cuanto más atrás en el tiempo, mejor.
Color, libro, peli y disco favoritos. ¡Por este orden! ;D
El negro, es principio y final, es descanso, es todo y es nada, infinito, profundidad y plano.
La clausura del amor, de Pascal Rambert, una pieza que te salpica mala leche, forma y ritmo vertiginosos, lágrimas y veneno a partes iguales.
Todo Billy Wilder: humor, inteligencia y velocidad. Some Like it Hot, The Apartment, One, Two, Three... No puedo escoger.
He podido dejar de escuchar The Köln Concert de Keith Jarrett y ahora la obsesión son las Goldberg Variations de Glenn Gould, y el Aria 39 de la Pasión según San Mateo, también de Bach. Buf.
¿Es tu casa reflejo de quién eres? Cuéntanos a qué huele, tu rincón favorito, tu objeto decorativo o mueble fetiche, si atesoras alguna colección...
Mi casa es mi templo, hace un par de años que vivo con mis tres hijos y un gatito en un piso muy pequeño del centro de Sarrià, es una maravilla. Estoy poseída por el espíritu de Marie Kondo, y he agradecido a muchísimos trastos todas las lecciones aprendidas y ahora tengo muy, muy pocas cosas, todas importantes, ¡pero muy pocas! La azotea me permite ver, de lejos, como sale el sol sobre el mar, las nubes que cubren Vallvidrera, y el azul eléctrico del cielo de la tarde. Mi rincón, nido y refugio es mi habitación toda blanca, sábanas siempre blancas, paredes blancas sin imágenes y con una estantería llena de todos los libros de fotografía que amo y venero. El mueble fetiche que me acompaña es un taburete naranja producido por Thonet y diseñado por Verner Panton en 1965 que rescatamos, por pura intuición, de un piso que se vaciaba antes de hacer obras.
Si pudieras comprarte cualquier cosa ahora mismo y llevártela a casa, ¿cuál sería? ¡Cualquier cosa!
Me encanta el Single Daybed que Donald Judd diseñó en 1978. También el cuadro de Ellsworth Kelly, Study for White Plaque: Bridge Arch and Reflection del 1951.
Un planazo en casa siempre incluye...
Azotea, amigas y vino.
¿Tienes algún plato estrella?
Melón cortado a dados grandes con gotas de limón fresco para desayunar.
¿Cuál es tu lugar favorito en tu ciudad? ¿Y en el extranjero?
La piscina exterior de abajo del Club Natació Atlètic Barceloneta donde puedo nadar, cada día del año, llueva o nieve, en agua caliente. Catártico. Cuando vivía en Nueva York me hacía llorar de pura euforia pasar caminando por delante del Guggenheim, comer en los antros de Little Italy e ir al Angelika a ver pelis en la calle Houston.