Comitè Fotogràfic
Hace tres años, una arquitecta colombiana tuvo una revelación artística que transformó su vida profesional por completo. Por aquel entonces, a mil kilómetros de distancia, una diseñadora gráfica venezolana decidía emprender un viaje de aprendizaje de la misma disciplina visual. Sin saberlo, en aquel entonces, ya coincidieron en la forma. Pero fue más tarde cuando estas dos expat volvieron a coincidir en el sitio, esta vez en Barcelona, escenario de su “casamiento” profesional. Una amistad y una pasión por la fotografía las unió, y así nació Comitè Fotogràfic, un estudio especializado en la narración de historias mediante imágenes.
Catalina es arquitecta y licenciada en historia del arte. Aunque su vida laboral se había centrado desde siempre en la docencia en universidades, un buen día se dio cuenta de que el recurso de la fotografía le servía para darle una característica visual a muchos de los discursos teóricos que le rondaban por la cabeza. Esta revelación le hizo dejarlo todo y centrar su vida para y por la fotografía arquitectónica y de espacios.
Maria Daniela es diseñadora gráfica. Antes de aterrizar en Barcelona pasó unos años en París trabajando en editoriales y agencias de comunicación. La inaccesibilidad de una ciudad cosmopolita tan grande le hizo cambiar de rumbo y acabó en la ciudad condal, lugar donde despertó su necesidad de aproximarse aún más a la fotografía.
Cuando comparamos estas dos fans de la imagen, descubrimos que Catalina congela tiempos y espacios específicos. Su fotografía caza los detalles que hacen que los lugares sean especiales. Esta constante queda reflejada en proyectos personales como la serie Exbuildings, una radiografía fotográfica de los muros medianeros que quedan cuando un edificio está en demolición.
Charlando de sus proyectos, también nos confiesa, entre risas, que cuando viaja, siempre saca fotos a los contenedores de basura de las ciudades, porque es algo que considera distintivo del lugar. Y pensándolo bien, la verdad es que es algo realmente genuino y único, aunque, claro, cuando el resto de mortales viajamos, nos embarga una necesidad insaciable por capturar los edificios más emblemáticos de los lugares. Y si están petados de guiris mejor que mejor... Somos así.
Daniela, en cambio, utiliza la fotografía como respuesta a unos interrogantes más relacionados con la identidad y el devenir. Para la venezolana, las imágenes le permiten encontrarse a sí misma y le aferran a un espacio, paliando, así, la necesidad de pertenecer a un lugar. Y del mismo modo que Catalina, esta premisa queda reflejada en sus proyectos como Au Naturel, una serie de retratos sin artificio de personas recién levantadas.
Aunque reflexionan entorno a ideas diversas, les une un sentimiento mutuo de expresión mediante el arte. Y esa necesidad se retroalimenta a la hora de trabajar juntas. Por separado son fantásticas y cuando se juntan, son la bomba. Como un rompecabezas cuando se resuelve son un tándem artístico perfecto. Monapart no las unió, pero es genial que podamos presentároslas tal cual como son. Sin trampa ni cartón. Como recién levantadas.